Mi vida como LUCÍA




Mi nombre favorito es Lucía.


Me gusta tanto que, cuando escribo un relato, a todos los personajes les llamo Lucía, tengan la edad que tengan, pertenezcan al género que pertenezcan y sean de la nacionalidad que sean.


En el último, el gato Lucía, del dueño coreano Lucía, se metía en problemas al enfrentarse a un ratón que, por supuesto, llamé Lucía.


Me gusta tanto el nombre, que cualquiera que se llame Lucía tiene ganada de antemano mi admiración y simpatía.


Me perturba oír a decir a alguien que no se debe generalizar cuando se refiere al nombre de Lucía. Para mí, todo Lucía es bonito. Es el nombre ideal para un pueblo, para un océano, para un bosque, para un País. Sería feliz viviendo en el continente Lucía.


Me perturba mucho.


A mi plato favorito también le he llamado Lucía, así como a mis tres hijos. Dos varones y una niña preciosa: Lucía.


Mi mujer, una zorra insensible, no estaba de acuerdo y me llamó perturbado, por lo que tuve que deshacerme de ella. Mientras golpeaba su cabeza con un bastón de aluminio, le repetía con mucha serenidad que “yo no soy un perturbado, yo soy Lucía”. En su lápida, que visitamos a menudo, he hecho esculpir:


-          Te recordaremos siempre, COMOTELLAMES.

Casualmente, los dos celadores que cada noche me atan a mi cama se llaman Lucía.

Comentarios