A continuación, como gurú
de los negocios y pionero de casi todo y basándome en las incontables
experiencias que me convierten en Dios, voy a daros unos consejos sobre:
COMO AFRONTAR UNA
ENTREVISTA DE TRABAJO.
Existen infinidad de
maneras de enfrentarse a un proceso de selección.
De entre el extenso rango
de estados de ánimo, el primero que hay que descartar, a la vez que el más
frecuente, es el de la ansiedad.
Con ansiedad, no. NO. MAL.
Lo más fácil es que la
persona encargada, no ya del proceso en sí, sino de la recepción de la empresa,
identifique ese estado y, como poco, se asuste y pulse el panic button que todo buen recepcionista debe de tener bajo la
mesa.
Tras escasos segundos, tu
ansiedad se verá aumentada al verte rodeado de policías y bomberos, una
ambulancia y un capellán, que habrán acudido a la llamada de socorro de la persona
a cargo de la entrada y, por ende, primer bastión de la seguridad de la compañía.
La parte positiva de ser
un o una agonías es que, a pesar de suponer un mal trago, la entrevista
no suele alargarse más allá del tiempo que los servicios de emergencia tardan
en personarse.
A continuación exponemos
una situación real para ilustrar el resultado de presentarse a una cita de este
tipo en un estado de ansiedad revelador.
LA CITA ANSIOSA.
5 de la mañana de un
martes. Fuera es noche oscura, en la cocina, Julián se prepara su tercer café
mientras repasa las notas que ha ido tomando durante la última semana. La
historia reciente de la empresa que pretende entrevistarlo: Mistel.
Especializada en la producción y distribución de una enzima que completa los
ingredientes de multitud de edulcorantes que encontramos en el mercado.
Julián es administrativo
comercial, necesita demostrar que su candidatura es la más preparada por
formación, por información, por interés y por actitud.
Va a full.
Lleva días
explorando internet en busca de cualquier dato relevante respecto a la empresa
y al mercado. Conoce a los mejores clientes, a los grandes proveedores, los
canales de venta, precios y competencia. Tiene una copia de la estructura
jerárquica de la empresa, (que es multinacional y cuyo chairman es coreano)
colgada en la cabecera de su cama. Se sabe los nombres de gran parte de los
miembros del consejo de administración.
Es capaz de citar los
ingredientes y composición química de los tres edulcorantes líderes en el
mercado.
Y eso que es de letras.
A las 7 de la mañana ya ha
desayunado dos veces. Está encerrado en el baño con descomposición,
posiblemente debida a la ingente ingesta de café.
Sale del baño tras media
hora de sudar obrando. Se mete de nuevo en la ducha. No será la última antes de
las 10, la hora a la que se le espera en las oficinas de Mistel.
Su hija entra en el baño
mientras él se seca con una toalla que no puede absorber ya más humedad y le
deja la espalda perlada de gotitas.
Especialmente dotada para
el drama, su hija le mira con ojos de miope, hinchados y llenos de legañas:
-
Papa,
papa, esta vez sí, ¿verdad? Esta vez te van a dar el trabajo. ¿A que sí? Y tu nuevo
sueldo va a permitir que pueda ir de colonias como todos mis compañeros y que
por fin pueda comprarme las gafas que tanta falta me hacen.
Y derrama una lágrima
gorda que rueda, rotunda, mejilla abajo.
Mientras se viste, Julián
se repite a si mismo con insistencia: “Mi hija sin sus Ray-ban, NO. Ni un día
más sin unas Ray-ban.”
Vuelve a planchar, una vez
más, la camisa. Se anuda la corbata, se
la afloja, se la vuelve a apretar, prueba un nudo diferente. Le queda mal, se
la quita, se la mete en el bolsillo de la americana y sale de casa.
Entra de nuevo y, frente
al espejo del pasillo, se echa la corbata al cuello y ensaya el nudo
definitivo.
Satisfecho del resultado,
sale de casa dejándose las llaves en la cerradura.
Conduce hasta el
aparcamiento de Mistel, S. A. con la espalda erguida, sin apoyarla en el
respaldo del asiento para no arrugar la camisa.
Así en caliente, no. Pero
por la tarde notará el punzante dolor de riñones por el escorzo continuado.
Una última comprobación de
lo firme que ha quedado el nudo de la corbata frente a la puerta de vidrio de
la empresa, antes de empujar y después tirar (push siempre significa pull
cuando te domina el ansia), para que la corporación que produce enzimas lo
engulla por debajo.
El primer escollo es una
recepcionista mayor e hiperactiva.
Sin quitarse el pinganillo
de la oreja, dirige la centralita, a los mensajeros que entran y salen
continuamente y controla el nivel de agua de la cafetera, así como su sandwich
de jamón dulce, expuesto impúdicamente sobre el mostrador.
Al primer “qué desea” que
Julio detecta, empieza a dar las explicaciones que ha ensayado previamente en
el espejo de su armario:
-
Hola,
vengo a entrevistarme con el Sr. Gómez, con quien he acordado una cita
previamente. Se enmarca en un proceso de selección en el cual me veo inmerso,
¿sabe?
Es entonces cuando
advierte la mano de la telefonista levantada ante su cara, pidiendo que
interrumpa su discurso para, posteriormente, señalarse el auricular. Con gestos
de mimo, le indica que está H-A-B-L-A-N-D-O.
La señora se despide de
quien sea que está al otro lado de la línea y repite un “qué desea”.
Julio ya no se fía. La
señora le mira interrogante. Julio duda. Finalmente, se decide y comienza de
nuevo:
-
Hola,
vengo a entrevistarm…
-
Un
momento, por favor, que me está entrando una nueva llamada.
A la séptima vez que oye
el “qué desea”, contesta atropelladamente, sudando y con las manos retorcidas
sobre la mesita que les separa:
-
¡Con
Gómez!
Sin perder la sonrisa
reglamentaria, la empleada le pide que suba las escaleras y se siente en una
sala de espera, donde le avisarán por su nombre.
En la habitación se
encuentra con otros doce candidatos. Es el trece. Julián no es supersticioso,
pero claro.
Saluda y se sienta,
mirando a los demás por el rabillo del ojo (que para este tipo de escrutinios
tiene un índice de flexibilidad notable) y se hace cargo, rápidamente, de cuál
es la situación.
Se trata de siete
atractivas féminas y cinco apuestos caballeros. Los cinco con camisa formal y
SIN CORBATA. A simple vista, calcula que él es el de más edad de los trece.
Todos parecen muy seguros de sí mismos, muy profesionales. Suficiencia es la
palabra que los define, uno por uno. Si alguien entrase en la sala sin saber
qué pasa allí, no sería capaz de adivinar que doce de aquellas personas buscan
un trabajo.
A Julián sí se le nota.
Julián lo lleva escrito en la agónica mirada. Esculpido en el rictus de sonrisa
congelada.
El observador imparcial no
aparece y, tras veinte minutos de tensa espera, un cuchillo corta el aire
atravesando la sala, golpea en una puerta que había pasado desapercibida a
todos y ésta se abre, asomando por ella una cabeza poblada de blancas canas,
unos cuernos rojos y unas alas negras. Todo en colores muy básicos, como
pintado por un niño con plastidecor.
Contra lo que algunos
esperan, entre ellos el sudoroso Julián, les hace pasar a todos a una
habitación contigua, con grandes ventanales y una mesa de reuniones en medio.
Se sientan alrededor de la
mesa. Expectantes todos, excepto una de las muchachas, que además está
expectorante. No para de toser y el adonis que se sienta a su lado adopta un
mohín de desaprobación que, en su gallardía, resulta sexy. Todo esto lo
comprueba Julián, atento, gracias a la cara de conformidad y la media sonrisa
con que le mira la chica que se sienta al otro lado del de las muecas, a quien
nuestro hombre ya ha bautizado como “el mohicano”.
El juego de cruce de
miradas es tan complejo, que Julián prefiere bajar la vista y concentrarse en
sus propias manos. Concretamente, en un padrastro que le asoma junto a la uña
del pulgar derecho.
Se lo muerde
disimuladamente y se hace un poco de sangre, que chupa con avidez, poniendo los
ojos en blanco. Afortunadamente, los demás aspirantes siguen mirándose de reojo
entre ellos, intentando demostrar quién es más cool, entretenimiento en el que
Julián ha quedado previamente descartado.
Gracias a ello, ninguno de
los presentes relata al llegar a casa que, entre los candidatos, estaba Drácula
chupándose un dedo.
El demonio, disfrazado
ahora de conductor de la dinámica de grupo, entra en la habitación para
presidir la mesa y, en un tono amistoso y distendido, les insta a presentarse,
uno por uno.
Pero, atención: antes
deben de reunirse en parejas y explicar a su compañero qué parte de sí mismo
quiere que sea comunicada a modo de introducción.
Son trece. Número impar.
Julián se gira hacia la chica de su izquierda que, para entonces, ya le ha dado
la espalda y ha iniciado una conversación con el adversario contiguo. Se ve
tentado de tocar su hombro con el dedo, para reclamar la atención perdida. Pero
entonces recuerda que a su derecha se sienta otra muchacha de voluptuosas
curvas y elegante indiferencia, hacia la cual gira los obligatorios 180º.
También ocupada.
-
Ocupadaaa
(contesta al notarse requerida).
Entonces mira implorante
al frente. El empleado de la compañía que dirige la actividad le devuelve la
mirada.
-
Tú, Julián,
serás mi pareja.
En su azoramiento, Julián
se levanta con exceso de ímpetu y tumba la frágil silla de diseño que había
soportado su peso, rencorosa. Murmulla una disculpa mientras la recoge del
suelo y la devuelve a su digna posición original. Se dirige entonces hasta
donde está el dinamizador que, distraído con unos papeles, alza la vista y le
comenta:
-
No, pero
no hace falta que te levantes. Enseguida vengo.
Julián le espera mirándose
el padrastro.
-
Vaya,
tienes una herida ahí.
-
¿Eh? No,
no es nada.
-
Me llamo
Munné, soy responsable de relaciones laborales y comunicación interna de
Mistel, llevo nueve años en la empresa. Estoy casado, tengo 43 años y tengo
tres hijas de 4, 7 y 12 años.
-
Uy,
encantado. ¡Tres hijas! Y ¿se portan bien?
-
Vamos,
dime quién eres, tenemos que presentarnos y la actividad está a punto de
acabarse.
-
Claro,
soy Julián. Claro, sí, sí. Julián. 39 años para servirle a usted. Claro, yo me
presento.
Sin tiempo para más, el ángel
de las tinieblas da dos palmadas. Todo el mundo guarda silencio y atiende a sus
instrucciones.
Las parejas empiezan a
presentarse mutuamente. Casi todas son chico-chica y se respira complicidad,
agresividad, eficiencia y profesionalidad.
Y cierta tensión sexual.
Por último, llega el turno
a la pareja Munné-Julián.
El anticristo cede la
palabra a nuestro héroe:
-
Hola.
Este hombre de aquí es Munné. Tiene tres hijas y se portan muy bien, cada una
con su edad, que son distintas. Las tres. Luego está aquí desde hace, no sé, 40
años o así, relacionándose con la comunicación. Es un gran amigo de sus amigos,
feliz con la vida que lleva y un profesional como la copa de un pino. Demos la
bienvenida con un fuerte aplauso a Munné.
-
Munné es
mi apellido, me llamo Josep. Deberías haberlo preguntado.
-
Ay, mucho
gusto, Josep.
-
El
candidato al que voy a presentaros es Julián Martínez, licenciado en económicas
por la universidad Pompeu Fabra en 1998. Ha trabajado en multinacionales
relacionadas con la confección, el tratamiento de aguas residuales y las
bebidas isotónicas, siempre en departamentos financieros y ocupando,
gradualmente, puestos de mayor responsabilidad. Vive en Mataró y tiene como
hobbies la lectura, el cine y el bádminton.
-
Pero yo,
no…
-
Y con
esto, damos por terminada la actividad. A partir de ahora, os vais a dividir en
tres equipos y plantearemos una nueva dinámica.
Lucifer se había inventado
absolutamente todos los datos, salvo el nombre y el apellido. La mal disimulada
indignación inicial dio paso a una sensación de desahogo, al comprobar que sus
oponentes le observaban con una nueva mirada. A Julián le pareció que los
hombres le contemplaban con envidia y las mujeres con lascivia.
En aquel momento, decidió
que tenía que probar aquello del bádminton, fuese lo que fuese.
Escruta de soslayo a sus
compañeros de equipo, Marta, Xavi, Fedra y Evelyn, a la vez que Josep Munné
desgrana las reglas del juego que propone como dinámica:
-
En la
finca en la que vuestro equipo de rescate trabaja, ha habido un accidente
múltiple y, en un pozo del que no se puede salir sin ayuda, han caído seis
personas. El rescate de cada una lleva unos 30 minutos y sólo puede salir uno
en cada actuación. El tiempo máximo que puede sobrevivir una persona en el
fondo del pozo es de, aproximadamente, un par de horas. Alguien en muy buena
forma física, puede que hasta 2 horas y media.
Eso significa, como algunos habréis deducido ya, que no se puede
salvar a todos.
Quienes se han quedado atrapados tienen un nombre y una historia que
les define como personas.
Tenemos a Anna, una chica joven y muy sexy, de 18 años, estudiante de
bachillerato y enamorada en secreto de Kevin, que se prepara para ser bombero.
A su lado está Pere, un jubilado de 75 años, viudo y de carácter duro
y un poco cascarrabias. Hace un par de años tuvo un infarto y, desde entonces, anda
delicado de salud. Por las tardes, cuida de su nieta Lucía, de 7 años.
Comparte fondo de pozo con ellos un desempleado de 44 años, de nombre
Juan. Ha sido militar y tiene conocimientos de supervivencia, así como
problemas con el alcohol. Se acaba de separar por este motivo y está asistiendo
a terapia.
Ferrán es el siguiente. Es un comercial de congelados de una empresa
familiar de Manresa. Conduce un coche estampado con el logo de la compañía y
viste traje gris y corbata con una chapa identificativa. Tiene 28 años y no
tiene pareja, ya que durante los últimos 10 se ha dedicado a cuidar de su madre
enferma, con quien todavía vive.
Mª del Mar es otra de las personas que se han quedado atrapadas. Se
trata de una mujer de 35 años, casada con Josep y embarazada, la muy hija de puta,
de un conocido de la pareja.
Perdón, su marido se llama, ehm… ¡Julián!
Por último, tenemos a Antonia. Ciega por culpa de una enfermedad
degenerativa, a sus 36 años es madre soltera de un niño de 10 que ha heredado
su enfermedad y, si no se opera antes de los 14, perderá también la vista.
Julián es incapaz de reprimirse
y levanta el brazo a la vez que exclama:
-
¡Yo esa
peli la he visto, que sale la cantante esa, la Björk y al final el malo es el
poli!
Y ya con menos convicción,
añade:
-
Son
preciosas las canciones.
El estruendoso silencio
que cubre al grupo precede a la voz de ultratumba de Munné, anunciando que
“vuestros 20 minutos empiezan ya”.
En el equipo de Julián, es
Evelyn quien toma la palabra. Su primer argumento es que las personas deben de
ir saliendo por orden de edad. Las más jóvenes, que tienen más por vivir,
primero.
Xavier la mira con
escepticismo: “eso quiere decir que dejarás morir al anciano y, probablemente,
al alcohólico. ¿No han sufrido bastante? ¿Es que no tienes corazón?”
Marta interviene para
indicar que, por lo que se desprende de la exposición, el comercial de Manresa
es una buena persona que merecería ser el primero en ser rescatado y, siguiendo
ese criterio, la zorra que es esposa de Julián debería ser la última.
“Pero está embarazada”,
opone Fedra.
“Es cierto, ¿qué culpa
tiene el retoño?”, afirma Xavi.
Entonces, es Evelyn quien
repara en que Julián ha permanecido callado durante toda la discusión. Se
dirige a él para preguntarle:
-
Y tú,
¿qué opinas?
Julián mantiene silencio
durante unos segundos más, evidentemente concentrado en la solución definitiva.
La pausa dramática alimenta el nivel en las expectativas de sus compañeros de
equipo, que le apremian con la mirada y la crispación de sus expresiones,
cogidos de las manos entre ellos. Finalmente, sentencia:
-
Yo no sé
si quiero trabajar en un sitio donde hay pozos tan peligrosos, que tengo
familia y soy mayor y lo mismo me dejáis morir.
Tras su intervención,
Julián se siente súbitamente despojado de toda tensión. Se levanta, abriéndose
paso entre la madeja de seres humanos de raza candidata que se ha formado en
la sala, apartando miembros, pisando cabezas, saltando sobre ojos desorbitados
que cuelgan del techo para, sin mirar atrás ni una sola vez, abandonar Mistel,
S.A. Evidentemente, con la premonitoria frase del diantre Josep Munné persiguiéndole,
pegada a su nuca, respirándole en el cogote:
-
Ya te
llamaremos.
Vale, ya veo que me habéis
pillado. Lo reconozco, no soy Steve Jobs, que sois muy avispados, que ya
sabemos que está muerto. Soy Joseph Ajram.
Where is the limit? :-D :-D :-D
ResponderEliminarMe voy a borrar los tatoos, que así es muy fácil pillarme...
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