Phonesex. Mr Toledano (http://www.mrtoledano.com/phonesex/10)
“El calor me mata
la lluvia me pervierte
cuando nieva en Sevilla
me gusta verte”
Kiko Veneno. El calor me mata.
No sé si ha sido un
mosquito, una gota de sudor resbalando por mi espalda o el inesperado salto al
vacío de mi pareja, buscando el fresquito de la madrugada en el gres cerámico
barrido por una brisa casi imperceptible, pero he despertado en mitad de la noche, a tiempo
de percibir un sonido que ha captado mi somnolienta atención.
Se trataba de una
voz femenina, aguda y estridente, que rompía el sepulcral silencio que reina a
esas horas:
- ¡Dale, dale, dale!
“Hay una juerga
gitana en la calle”, he conjeturado en un primer momento. Como soy aficionado a
las bulerías, he incorporado un poco la cabeza para mejorar el nivel auditivo,
esperando a que arrancaran las palmas y alguien rasgara una guitarra, acompañada
de los primeros golpes de cajón.
No obstante, la
guitarra no ha llorado y los gritos han continuado:
- ¡Vamos, dale, venga!
La forma en que se
ha truncado el compás me ha decepcionado un poco, pero mi cabeza ha seguido
trabajando en buscar una explicación lógica, y ésta ha acudido de inmediato:
“Se trata de alguien
animando a otro alguien en un trabajo nocturno de albañilería”.
Sin embargo, pronto
he desechado esa teoría, al darme cuenta de que las voces no iban seguidas de
los pertinentes porrazos que suelen adornar tales operaciones.
He empezado a
sospechar que se trataba de alguna actividad deportiva, sospecha que se ha ido
confirmando a medida que los chillidos han continuado:
- ¡Vamos, va, dale!
Unos jadeos de una
voz más grave, más apagada y masculina, se oían entre los vítores de la fémina,
ahora ya identificada como monitora de fitness.
Gracias a las
siguientes frases he podido reconocer, finalmente, de qué actividad se trataba:
- ¿Cómo que YA?
¡Nada de YA! ¡VAMOS!
Evidentemente, una
enérgica personal trainer estaba impartiendo una master class de spinning a,
como mínimo, un discípulo al que, diligente y muy profesionalmente, no ha
dejado rendirse en el momento de máximo esfuerzo anaeróbico.
Satisfecho de mi
poder de deducción, me he dado la vuelta y he conciliado el sueño de nuevo,
rápidamente.
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